NOTA DE LA NACION SOBRE MI COCINA EN EL ELEVAGA RESORT

Hotel con sabor a campo
Pasar uno o varios días cerca de Buenos Aires, entre árboles de antaño, piscina y buena gastronomía, es la propuesta del Elevage Resort


GENERAL RODRIGUEZ.- Son sesenta hectáreas de árboles añosos, bosque y potreros de pasto para animales. Hay otras cuatro parquizadas, de lo que primero fue una estancia, luego un haras y, actualmente, un hotel de campo. El Elevage Resort de General Rodríguez tiene un nombre que se asocia más a un hotel céntrico de categoría que a una estancia. Pero resulta que en el km 72 de la ruta 6, abierto hace cinco años, es un hallazgo campestre a una hora de Buenos Aires.

Al acceder a la estancia de techos altos y decoración campera, asoma la recepción, con vista a la galería a la que dan los cuartos. A la derecha se encuentra el restaurante, con un living que contiene la única TV del sitio: parte de la propuesta es desenchufarse sin la omnipresente televisión en los cuartos. Otra posibilidad es comer en un amplio deck de madera con galería que enfrenta las habitaciones.

Christian Gillieri, egresado del IAG y oriundo de Luján, de 26 años, cocina hace varios años platos caseros en estilo gourmet, como raviolones de masa de hongos secos rellenos de queso, sorrentinos de calabaza y bife de chorizo relleno con salsa de vino malbec.

Habitaciones de colores
El edificio conserva su estructura antigua y las habitaciones están construidas en lo que fueron los boxes, decoradas exquisitamente por Juan Ricci (1957-2008). Con colores patinados, camas altas de madera con baldaquino y telas blancas que funcionan también como mosquiteros y crean un ambiente original, los cuartos tienen salida a la galería- jardín en forma de ele. Sin aire acondicionado, ofrecen ventiladores de techo. La suite posee un living y un tapiz del salteño Nanni: ese tipo de bellísimas obras de arte son las que utiliza el Elevage como decoración.

Desde el quincho, los fines de semana salen los cortes de asado a la parrilla o al asador hecho con leña. Se cocinan chivito o cordero, y también entraña, bondiola de cerdo y otras carnes. El pollo al disco, las jugosas empanadas o los alfajorcitos santafecinos son otras de las especialidades.

Un poco más lejos, la pileta de 10 por 20 metros incluye un bar estilo Miami y es el refugio contra el calor en verano. Desde allí puede verse la cancha de voleibol y de fútbol, una pequeña laguna y los árboles del bosque cercano que se mecen con el viento: lejos de la ruta, no se ven edificios en derredor ni se escuchan ruidos de autos.

Un sendero de piedritas, como en el cuento de Hansel y Gretel, conduce a una huerta orgánica que parece de juguete, de tan prolija. La pulpería Don Baroncho, de adobe y barro, imita los lugares de copas y compras de principios de siglo XX. El tambo está a punto. Las búfalas se ubican para hacer de su leche el queso, y la maquinaria se presta a funcionar en breve.

Pasear y comer afuera
Desde el resort se pueden realizar excursiones a Carlos Keen, Tomás Joffré, Luján y Mercedes. "Se trata de una buena alternativa para la gente que, cada vez más, opta por pasar sus vacaciones en Buenos Aires", concluye María Navajas, a cargo del departamento de ventas y marketing.

Si quiere salir del resort a comer, el restaurante Chizza se encuentra muy cerca en Cardales, a metros de la ruta 6. Franco Malaciza ofrece cocina mediterránea con un énfasis especial en pescados y mariscos.

Otra posibilidad es hacer una excursión a Carlos Keen. A una cuadra del centro, Susana Esmoris y Hugo Sentineo fundaron hace 14 años la granja integral de la Fundación Camino Abierto. Allí funciona el comedor Los Girasoles cuya cocina y atención está a cargo de chicos en situación de riesgo. Las empanadas de carne cortada a cuchillo y los panes salen humeantes del horno de barro junto con el pollo, la focaccia o los tomates asados y luego confitados.

Por Silvina Beccar Varela

fuente: lanacion.com

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